Un camino de tierra y piedras serpentea hacia el mar. Es estrecho, empinado, y mientras desciendes, sientes cómo el aire se llena de sal y misterio. Tras unos doce minutos de bajada, se revela ante ti un espectáculo imponente, una visión que te deja sin aliento: “La playa de los muertos”
La gran roca, protagonista indiscutible, se alza casi al final de la playa. Su tamaño colosal da forma a un pequeño refugio bajo su sombra, creando una playa dentro de la playa, un rincón protegido que parece nacido a su abrigo.
El agua es cristalina, tan transparente que el fondo marino se convierte en un espectáculo propio.
Sin embargo, la playa exige respeto. Antes de visitarla, es prudente observar el estado del mar ya que las corrientes marinas que convergen aquí pueden tornarla peligrosa,
En el pasado estas corrientes llevaron hasta su playa los cuerpos de náufragos, un trágico fenómeno que dio nombre al lugar.
Sus cantos rodados, suaves y redondeados, se vuelven más pequeños al acercarse a la orilla donde el mar los transforma con cada ola.
Y colgando de una rama de laurel aparece la Playa de los muertos.
